martes, 9 de diciembre de 2014

PsicoPopFest!


Del miércoles 12 al sábado 15 de noviembre se llevó a cabo el Primer Encontronazo Intergaláctico de Psicología Pop en Cuerpos Parlantes.



Reuniendo una selección intergaláctica sin precedentes de figuras de la Psicología Pop, encabezadas y capitaneadas por Héctor Robledo y conformada también por Pablo Fernández Christlieb, Lirba Cano, Yann Bona, Delia González e Iván Rodríguez, se realizaron conversatorios, talleres, proyección de documentales, charlas, lecturas, cero conferencias magistrales y, como no podía faltar, fiesta.

En este espacio tuve la fortuna de coincidir con el diálogo de la movilización y los recovecos, implicaciones y dificultades inherentes. El tema del transporte público es algo importante para mí, en primer lugar, porque se trata de la actividad a la que se dedica mi padre y que ha estado en la familia durante un tiempo más que considerable, y segundo, porque movernos es una necesidad básica. Me tocó asistir el viernes, como por ahí de las 7:30-8:00 de la noche, y estuve en el conversatorio titulado “La Ciudad de los comunes”, que partía de la pregunta: ¿Cómo hacer comunes los bienes, espacios y servicios de la ciudad?

Ahí estuvo interviniendo gente como el mismo Bona (Bona, Yann Bona, no Bono, de U2…), gente del colectivo Caracol urbano, alumnos del PFP de transporte público, y otras tantas celebridades (en la descripción del evento se hablaba del Frente común de Usuarios y Operadores, EnRuta, Ensamble, Christian Grimaldo y Paco Talavera, que, siendo honestos, no identifiqué). Se hablaron de muchas cosas, comenzando por el ambiente (quería decir “enrarecido”, pero es que de raro nada tiene; estado de alarma o la tan sonada “crisis” serían más adecuados para el fin descriptivo) que se vive en nuestro país hoy en día,  las situaciones de violencia que nos podemos encontrar diario en la calle, la cultura de la movilidad en nuestra ciudad... en fin, que fueron varios temas. La parte del diálogo que más me hizo meterme en él fue cuando, dentro del tema del transporte público se habló de dignificar la figura del operador de transporte público, el “chofer”, como le llamamos (casi) todos y como es comúnmente conocido.

Siempre me han dicho que “es más fácil destruir que construir”, y que “no hay que juzgar un libro por su portada”. Lamentablemente, muchas veces, esto es lo más fácil y a lo que más recurrimos. No siempre, pero me incluyo. “Pinche chofer mamón, como que anda encabronado”, ó, “No, pues es que el servicio cada vez está peor…”. Se escucha. Y nos indignamos, y quizá con razón. Porque nos creemos, somos, merecedores de algo mejor que eso. Estamos pagando un servicio, ¿no? ¿A quién no le gusta que lo atiendan bien? A mí, sí. No sabemos el porqué del enfado del chofer, su jeta, su “váyase recorriendo pa´tras oiga, oríllese a la orilla” con prisa, pero no es nuestra bronca. “No es mi pedo”. (Me disculparán la utilización de lenguaje poco apropiado para lo académico). Pero tampoco sabemos que el chofer seguramente lleva, para entonces, 7 horas sentado en el camión, que se levantó a las cuatro y media de la mañana y que su turno acaba a lo mejor como a las once si bien le va. Que a lo mejor ni desayunó, que tuvo una bronca con su esposa en la mañana (antes que choferes, son humanos, y sí, también son esposos, padres, hijos, hermanos, amigos…), que tiene una deuda que tiene que saldar pronto y está presionado, que ya se ponchó la llanta, y que para colmo y acabarla de fregar perdió, otra vez, el Atlas (lo que nunca)…

Esto fue abordado principalmente por los alumnos del PFP, cosa que se me hizo interesantísima porque yo he convivido con los choferes y se cómo viven. Y precisamente, de perlas, no viven. Más bien al revés. Me interesaría muchísimo involucrarme aunque sea poquito, por conocer el proyecto. Se comentó que los chicos llegaron a pasar una jornada completa arriba del camión conviviendo con el operador y registrando su experiencia, evidenciando los conceptos de calidad de trabajo, que desemboca en calidad de vida. Lo que percibe un operador es una cantidad que apenas alcanza, o en muchos casos, no alcanza. Y si nos ponemos a pensar que sus jornadas pueden extenderse a veces hasta en 12 o 14 horas, que se levantan tempranito, apenas ven a su hij@, que todavía está dormid@ y a quien no podrán llevar a la escuela, que se van a talonear todo el día, regresan cansados y ajetreados casi, casi sólo a dormir, y al día siguiente lo mismo… Tanto trabajan para vivir como también viven para trabajar. ¿Es así como el hombre debe vivir? El visibilizar todo esto cambiaría muchas, muchas cosas…



Recuerdo haber escuchado decir a alguien que la pregunta no era tanto el qué hacemos, sino el qué queremos que pase. Me parece un enfoque adecuado, porque nos situamos en la hipotética, supuesta y asumida solución al problema y a partir de ahí elaboramos. Si de eso se trata entonces, más nos valdría compartirlo. Seguro no somos el único con esa inquietud. Se construye a partir de la proyección del escenario futuro, de la situación desead. Tenemos el marco y el resultado, pero falta la metodología, los pasos. Y uno de esos pasos pasas por este filtro, este ciclo…

La idea de Sennett (1994) de la insensibilización o poca conexión con la realidad a la hora de plasmar las experiencias se ve reflejada en las transacciones que establecemos y el cómo las establecemos. Esto que estoy escribiendo puede tener un trasfondo complejo que no tengo intención en desarrollar, por tentadora en interesante que pudiera ser la idea, y probablemente puede que quede en una afirmación vaga y hasta falta de sustento. Por tanto, aclaro que se trata de una intervención que, uno, no busca nombres propios, apuntar, generalizar ni, menos aún, tener una consonancia ofensiva ni herir susceptibilidades. La palabra apatía puede resultar un tanto demasiado crítica en lo severo pero, en mayor o menor medida, puede resultar útil con fines de descripción y definición.

En los medios de las masas, explica el mismo Sennett, se establece una división entre lo representado y la experiencia vivida. Esta disociación que se pueda presentar, puede entenderse como un cortocircuito entre lo que se pretende que sea -la imagen que se pretende instaurar, generalizar, plasmar, que puede ser, más o menos, lo que realmente es, ser, o no ser- y la forma en que los individuos, tanto por sí mismos como formando parte del todo, afrontan la exposición de este estímulo, lo vive, lo conceptualiza a partir de lo que entiende, resignifica, interioriza –y/o apropia- y recrea. 

Retomando mi comentario de la transaccionalidad, que dejé escueto y a medias, a lo que iba con esto es que la -poca o mucha- implicación y compromiso que cada uno de nosotros ponga en lo que respecta a cualquier asunto que está allá afuera, un asunto público que podríamos tender a privatizar porque “no está en mi radio de acción” y por tanto, me parece ajeno –y en el proceso, eventualmente, más temprano que tarde, pasa a ser ajeno- resulta en esto. Bueno, resulta en dos cosas: en la referida falta de conexión, que lleva, a su vez, a que no pase nada. Terminamos escuchando lo que queremos escuchar, haciendo lo que “tenemos” que hacer, pensando como “deberíamos” pensar, diciendo lo que “ha de ser” dicho, y poco o nada más. Más que recurrir al cliché de la “normalización”, es que no deja de ser una realidad.

El espacio es “totalmente simbólico”, como apunta Fernández Christlieb (1991). Como yo lo veo, estas predeterminaciones en los medios tangentes a cada uno de nosotros, como pueden ser los espacios -las calles, la ciudad- pueden entenderse como mecanismos de control que están tan enraizados en la cultura y nos son tan familiares en nuestro día a día, que nos adhieren a ciertas formas que no nos permiten ver más allá, y que nos arrastran hacia la norma, lo de siempre, lo establecido: nos limitan. Este pensamiento a través de los espacios, que son unos más unos menos, pero finalmente, nuestros (de alguna forma, sí, en lo relativo, o no tanto…), puede darnos de que pensar, si luchamos por dejar al lado este sesgo, esta insensibilización. Si nos comprometemos. Yo el primero. 

Englobando mi experiencia y opinión personal del evento, resultó una propuesta bastante fresca sin necesariamente adquirir la característica de “light”, esto en el sentido de las temáticas: sin dejar de abordar temas que nos implican y comprometen, el contenido da muchas cosas de qué pensar. Realmente no se trata como tal de una “probadita” de un tópico por encima, sino que entre tanto expertos como otros no tan expertos –o bien, no expertos (como yo) también, pues todos tenían cabida aquí- se hacían recuperaciones y construcciones en base a su conocimiento y las experiencias y vivencias personales. “Light” porque realmente esta manera de compartir y dialogar es muy agradable, y en mi opinión, se hace íntima y personal, porque el espacio en que se llevó a cabo así lo facilitaba, y la actitud y cercanía de la gente también. Se trató, para mí, de un ejercicio tendiente al pragmatismo, en el que chiste era permear el conocimiento, compartir partiendo de algunas de las premisas básicas que hemos abordado en clase: “el hacer público lo privado” entendiendo que “lo personal es político”. Puede ser el politizar en la expresión más pura, algo muy enriquecedor. A mí me gustaría ir el próximo año.


Referencias Bibliográficas:

Fernández Christlieb, P. (1991). El espíritu de la calle. Psicología política de la cultura cotidiana. Barcelona: Anthropos.

Sennett, R. (1994). Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental. Madrid: Alianza. 

Marcha solidaria: Guadalajara con Ayotzinapa (8 de octubre).


¡Queremos que se escuche nuestra voz, de Jalisco hasta Guerrero! ¡Toda una vida de lucha y un minuto de silencio! ¡Que cese la represión, compañeras y compañeros! ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!



Este era el clamor, el grito de guerra de una masa harta y enfurecida de aguantar tanto atropello, arrebato, impunidad y atentado contra los derechos y la humanidad misma del pueblo. ¿A dónde vamos a parar?

El pasado 8 de octubre se dio cita una importante multitud en la glorieta de la Normal para llevar a cabo una marcha en solidaridad con Ayotzinapa. Al llamado rápidamente respondieron y confirmaron varios colectivos de arraigo en (nuestra) ciudad, entre ellos el 131 ITESO, el Colectivo 132 Gdl, Familias Unidas por nuestros desaparecidos Jalisco, Colectivo de Reflexión Universitaria y Asamblea Estudiantil de la U. de G., entre otros, pero mucha más gente, independiente y diversa, estuvo también ahí. La convactoria salió de los familiares de los 43 normalistas que desaparecieron durante los eventos del pasado 26-27 de septiembre, con la meta en mente de exigir otra cosa que no es más que justicia y verdad, que hacen (mucha) falta en nuestro país. Asimismo, se pidió a los participantes portar vestimenta negra, velas, y algunos, flores.

La multitud caminó hacia la Plaza de la Liberación. Se pretendía hacer una marcha silenciosa, pero fue imposible. Cómo se va a callar aquello. Esto en realidad no se dio sólo en Guadalajara, sino en todo el país, e incluso en otros partes del mundo. El mismo día se marchó en el DF y en varios, muchos, estados de la república. Días después, en Nueva York, Gael García encabezó un movimiento similar en menor escala; a León Larregui lo detuvieron quien sabe por qué (que no me extraña por lo impulsivo, medio borrachales que se pone y jarcor contra la autoridad y todo aquello que no le parezca) después de un concierto con su banda; Caifanes hizo lo propio levantando la mano en una presentación, y en Ámsterdam, en último partido entre el Tri y la Naranja Mecánica, también algunos paisanos gritaron y llevaron camisetas y pancartas en protesta.

Fue una experiencia nueva para mi, puesto que era la primera marcha a la que asistía. A las voces de los cientos de marchantes acompañaron algunas banderas rojas y muchísimas pancartas: “¡Gobierno Terrorista!”; “¡Asesinos!”; “¡No nos desaparecerán!”; “#AyotzinapaSomosTodxs”; “Pude haber sido AYOTZINAPA”. Había una que denunciaba: “Dictadura, narcogobierno (que me recordó un poquito los términos tan rimbombantes que emplea Preciado en su Testo Yonqui: “tecnopornopunk”…), ¡justicia!”, mientras se caminaba hacia la plaza.

Llegado al punto de reunión acordado, se dieron algunos momentos simbólicos bastante significativos. Uno de ellos fue cuando se dio lectura a los nombres de los 43 estudiantes desaparecidos y se colocaron veladoras y flores para recordarlos. Otro, del que no se puede no escribir, es el de la intervención de Ofelia Medina, una actriz y activista social, quien, cerca del término de la marcha, dio lectura a un manifiesto. Algunas de las cosas que recuerdo que dijo fueron:

“Vivos se los llevaron, vivos los queremos. Exigimos la presentación con vida de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos ante el crimen de estado, ni perdón ni olvido. ¡Justicia! Ante esta situación en un país donde las desapariciones, la tortura y el crimen se ha convertido en hechos cotidianos, donde reina la impunidad, la injusticia, el tráfico de influencias y la colusión por parte de la fuerza pública con las organizaciones criminales como las que operan en el estado de Guerrero, en complicidad o bajo la vista gorda de la fuerza pública en todos los niveles. La represión y el asesinato de jóvenes no son hechos aislados, sino un crimen de estado, un acto de lesa humanidad”.



Todo este ejercicio de reflexión, además de dejar impotencia e indignación, me ha puesto a pensar también en la forma en que se estructuran las movilizaciones sociales. Los movimientos sociales surgen como respuesta natural a oportunidades para la acción colectiva que el medio ofrece, y el desarrollo de este movimiento se ve determinado por sus acciones que, según Tilly (1978), se transmiten culturalmente. Ahora, en el caso de este movimiento, mismo todos son uno. Los padres de los estudiantes desaparecidos, los estudiantes que apoyan el movimiento y todas las personas que se han activado en apoyo a la causa, han tomado partido, en cierta forma, a partes iguales. La acción colectiva se emplea para comunicar y transmitir las exigencias de los movimientos sociales, pues supone una exteriorización de demandas que, de otro modo quedarían silenciadas, Esto lo relaciono con dos cosas: uno, con un hecho propio del evento, y dos, con el movimiento  #YoSoy132.

Tal vez algo que estuvo un poco de más fue la lectura de los nombres de quienes estaban ahí o a cargo de la organización de la marcha. Lo mismo con el movimiento que se dio hace dos años previo a la ascensión del actual presidente al poder. En ambos casos, se han hecho visibles ciertas cabezas a partir de las cuales se van dando forma a los grupos, estableciendo roles, jerarquías, dinámicas de poder y acción. Aquí, dadas las características del movimiento, no sé si sería lo más conveniente que esto sucediera. Como hemos comentado en clase, cuando esta estratificación se produce, de un momento a otro la acción colectiva que tanto defendemos puede verse sesgada o perder fuelle porque quienes integran los grupos entran a un proceso de catalogación. Se ponen etiquetas, se va perdiendo la identidad grupal, y recae sobre ciertosindividuos en específico responsabilidades y tareas que se supone en un inicio eran parte del todo. Puede dejar de quedar claro el sentido de lo que se hace, del pensar, decir y sentir del colectivo; puede  despersonalizarse, disociarse o dispersarse el contingente.

Ahora mismo, según he podido leer en las redes, la situación en la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa es, lógicamente, de un desconcierto total. Muchos padres han tomado la medida de no dejar que sus hijos vuelvan a la escuela por aquello de que alguien los vaya a buscar. En una población de estas características, de un perfil socioeconómico bajo, esto puede tener más implicaciones de las que uno podría pensar: la interrupción (hasta quien sabe cuándo) de la formación académica es algo importante, pero si nos ponemos a pensar poquito más allá, como, por ejemplo, en el impacto en la calidad de vida de la población, que ya de por sí presenta dificultades, ahora el miedo creciente limitará aún más su campo de acción, derivando en retroceso del desarrollo y con la marginación en el horizonte como un escenario probable.

Desde las altas esferas del Estado se pedía paciencia. Y esa paciencia, ¿cuántas muertes más significaban?

La sociedad civil se encuentra, según Wolfe (1989), en "familias, comunidades, redes de amistad, conexiones solidarias en los lugares de trabajo, voluntarismo, grupos espontáneos y movimientos". Esto, claro, representará un parte-aguas para la gente de Guerrero: muchas miradas están puestas ahora mismo en el foco del conflicto, y claramente hay muestras de solidaridad y apoyo. Los brotes que se puedan generar, pienso yo, tendrán fuerza sin precedentes, tenderán a una cada vez más rápida movilización. Tantas desapariciones en los estados de Sinaloa y Michoacán, muertes en Juárez, y ciclos y olas de violencia en todo el país van a ser más visibles, porque se ha vuelto inadmisible.


“Hoy en día el hombre conoce el precio de todo y el valor de nada”.
Oscar Wilde

Me ha surgido una idea, a partir de involucrarme e que seguramente seguiré desarrollando porque me parece buena pero que para aquí y ahorita podría quedarse muy, pero que muy cortita y vaga. El problema de problematizar. ¿Cuál es el problema de problematizar? Que nos damos cuenta. Pero que no hagamos nada, que asimilemos y dejemos las verdades a medias, el ver lo que queramos ver y escuchar lo que se quiera escuchar. 

Porque problematizar puede ser el primer paso para llegar a algo. ¿Una solución? Puede ser. ¿Una respuesta? Tal vez. Pero hace falta implicación, compromiso. Ser parte de un movimiento social implica el cambio social y político.

¿La solución a todo esto? El otro día, un día después de la jornada de reflexión en ITESO, para ser exactos, me encontraba platicando con una amiga. Los dos estábamos barajando qué se podía hacer. Los dos coincidíamos en que esto es complicadísimo. Ella, que siempre ha resaltado por su sensatez, puso sobre la mesa la respuesta con más sentido común que he escuchado y que se me podía ocurrir. Suena a cliché, pero no por eso está -ni tantito- falta de razón. “Lo que hace falta, me dijo, es poner lo mejor de cada quien, ser la mejor persona que podamos ser”. Suena fácil, no lo es tanto, pero yo también por ahí veo una luz.

Queda el pensamiento general de que para cambiar estas formas, las mecánicas, dinámicas, prácticas, rituales, claramente, no es una cosa que se logra así como así, de la noche a la mañana, pero sí es cierto que cuanto más conscientes estemos de la situación, más sencillo resultará ponernos manos a la obra para atacar la situación y también invitar e Inculcar a otros a hacer lo propio, tanto en el nivel informativo, en la participación activa y en la promoción, el alzar la voz. Muchos otros movimientos se han quedado en un querer y no poder. Yo espero que este caso sea la excepción a la regla. Porque se quiere. Y ojalá ese querer sea poder.


Nota: Arjona se equivoca. El problema si es problema, y ya vimos que las consecuencias, es un hecho, ya las estamos viviendo en carne propia. ¿A qué esperamos?



Referencias bibliográficas:

Tilly, C. (1979). From mobilization to revolution. Reading: Addison Wesley, 1979.

Wolfe, A. (1989). Whose keeper. Berkeley, California: University of California Press.

#ITESOconAyotzinapa


El 27 de septiembre, nuestro país despertó con la noticia de una masacre y la desaparición de 43 estudiantes en el estado de Guerrero. No iba a ser una noticia más.




El miércoles 5 de noviembre, la universidad, en donde desde el primer día se empezó a correr la voz sobre los hechos, se adhirió a la iniciativa de un paro nacional que simbolizaba un “ya basta”, un ejercicio de protesta y de resistencia. En la descripción del evento, cuando se dio a conocer, me llamó y me gustó mucho una frase expuesta:

“Un signo masivo claro, de muchos sectores y clases sociales, de que no se está dispuestos a dejar correr una vez más la frontera moral hacia la normalización de lo inhumano en México”.


Sacando provecho de esta interrupción de actividades, la convocatoria se formuló para ser una jornada de reflexión (#ITESOconAyotzinapa), en donde, a través de temas de espiritualidad, violencia y ciudadanía, política y activismo, compromiso social ITESO y academia, y expresión artística, se llevaron a cabo distintas actividades: talleres -con temas como "Mujeres, ciudadanía y construcción de paz", "geografía del dolor" y "análisis de actores políticos"-, mesas de diálogo, versadas… La oferta fue variada, con el Colectivo Movilidad ITESO realizando una rodada en bici y el rector oficiando eucaristía, por poner algunos ejemplos.



Pude ver mucho interés genuino por parte de la comunidad universitaria en un evento que, además de ser lógicamente solidario, fue fructífero en lo informativo. Se hicieron cosas que se pueden hacer cada vez más e invitan al optimismo, a creer otra vez en el otro, y a hacer unión. La lluvia no lo paró.

A mí me tocó estar algunos de los eventos del día: en la misa que dio el rector en el auditorio, en la versada política que se dio en la cafetería y apreciar la exposición en la explanada de la biblioteca, principalmente. A lo mejor es  un comentario tonto de mi parte, pero no deja de sorprenderme lo curioso que tiene el arte, y es que se vale de cualquier cosa, en este caso, del movimiento, para crear, recrear, producir y reproducir… digo, a final de cuentas de eso se trata, ¿no es así? De expresión, de emoción… No todo lo que estaba expuesto, tanto en la versada como en la explanada trataba del caso, pero varias obras sí. Me di una vuelta por el campus para ver qué estaba pasando. Y mucho pasó.







De gran relevancia fue la presencia de algunos estudiantes de la normal y, según pude entender, algunos padres de los muchachos desaparecidos, presentando los avances del caso, contextualizando la problemática y, por supuesto, exhortándonos a, más que acompañarlos en su duelo y su dolor, treparnos en el tren de la participación activa, en pro del movimiento y para ser agentes activos en darle la vuelta a la tortilla a la crisis que vive el país. Una crisis económica, sí, de violencia, también, pero de valores, de apatía también.

Las hojas repartidas y pegadas por todo el campus con las fotos y la descripción de los 43 fue algo impactante (mucho muy) para mí. Chavos de 16 y 17 años dentro de ese desafortunado grupo…



También, una semana antes, en los Intersuj que acogimos en nuestra universidad hubo, como no podía ser de otra forma, cabida para recordar a los 43 estudiantes, alzar la mano y decir "presente" al movimiento. La parte mayoritaria de la acción solidaria no vino precisamente del anfitrión, sino de l@s estudiantes de Ibero León. No creo pertinente hacer una crítica tonta respecto a quien tuvo la idea, hay que quedarnos con lo positivo de la experiencia, que es que, evidentemente, se tenía que hacer algo -no se podía dejar pasar la oportunidad de seguir abonando a la causa en un evento de esta magnitud y características- y, en efecto, se hizo algo. De los Intersuj, eso sí, también habría que denunciar que, a pesar de que se hizo un llamado por parte de rectoría a través de estos populares comunicados, de que hubo muchísima publicidad promoviéndolo, y de que el tema pasó a ser parte central de la propuesta del ambiente y convivencia de los juegos, el respeto no fue tan participe como ser hubiera deseado.

La grada de ITESO puede llegar a ser muy hostil cuando se lo propone y, no sé si en mayor o en menor medida a comparación de lo que sucedió en el evento Vive ITESO, esta vez no fue la excepción: cargaron duro contra los representativos visitantes, haciéndose esto visible sobre todo en el fútbol, evento al que más concurrí. Al portero del equipo visitante le gritaban el común "Ehhhhhh...
¡putooo!" de los estadios de nuestro país cada vez que despejaba, y a las chavas les gritaron cosas nefastas como "perra" y "puta", se aventaron vasos a la cancha... Estas cosas que hubiéramos varios preferido que se guardaran en su casa. Y no solo fueron los aficionados, sino también varios de los atletas de nuestra universidad -no digo que todos, pero si varios- tuvieron actitudes y conductas que poco tienen que ver con el juego limpio, cometiendo faltas y metiendo patadas a lo idiota. En fin.

La clausura de la jornada #ITESOconAyotzinapa fue algo muy emotivo, en cuanto a que en el jardín central se reunió un conglomerado  importante y se pasó lista -se leyó el nombre de cada uno de los chavos desaparecidos- y se plantó un árbol que puede significar muchas cosas, pero que englobadas, invitan a la esperanza, el nacimiento -o renacimiento- de algo (más grande…): el despertar de la sociedad hacia la acción.

Hay que aprender, como dijo en su día Octavio Paz, a “arder sin consumirse” A ver si ya ésta es la definitiva y nos subimos todos al barco…


lunes, 8 de diciembre de 2014

Calificaciones Otoño 2014


A quienes formaron parte del germinario de Psicología Política del semestre Otoño 2014, aquí tienen las CALIFICACIONES FINALES O-2014

Cualquier aclaración al respecto favor de escribir a herobledo@iteso.mx, antes del martes 9 de diciembre.

Un gusto haber compartido este curso con ustedes, que tengan buenas vacaciones de invierno y lo mejor para el año 2015.

Héctor Eduardo Robledo

El tercer encuentro de lectores


El tercer encuentro de lectores

Hace unos pocos días, navegando en la red de la gran “f” blanca sobrepuesta a un cuadrado azul, encontré un anuncio publicitario de una librería, que os compartiré. Me hizo gracia y creo que viene mucho al tema:

“Gente que quiere un romance como el de Romeo y Julieta, sin saber que fue un romance de unos pocos días y varios muertos... ¡Hay que leer!”.


Los días 3 y 4 del pasado mes de octubre se celebró en Casa ITESO Clavigero el Tercer Encuentro de Lectores. Bajo el lema y primicia que reza “Todos somos, de alguna manera, lectores”, se trata de una iniciativa en la que se promueven, se crean y se recrean espacios para este fin, el de la lectura. Interesante, sí, pero ¿qué tiene que ver esto con lo político?




Con actividades como lectura en voz alta, juegos de palabras, ejercicios de flashmob, concursos y charlas, y en una atmósfera entusiasta y distendida, artistas de distintas disciplinas, como escritores, músicos, poetas, guionistas y pintores, compartieron sus obras, experiencias, conocimientos y vivencias, con la lectura acompañando y estructurando no sólo su trabajo, sino también parte importante de sus vidas. Acudí a la cita del día 4, a medio día, y alancé la lectura en voz alta, por parte de las escritoras Cecilia Magaña y Mariana Calderón, así como la actividad “Adopta un libro”.

En la primera de estas dos actividades en que participé era para niños, pero bueno, yo tengo 10 años más 12 de experiencia, entonces estuvo muy bien. Ya en serio, me parece muy interesante y valioso el que se haya considerado como parte muy importante en la estructura del evento a los niños, pues ellos serán los actores del mañana y se espera que, en el proceso de devenir actores, sean lectores primero (y que sean lectores toda su vida). La forma en que ellas abordaron a los más pequeños, lanzando preguntas a ellos y con diferentes recursos como títeres y música, realmente captó la atención de ellos y los involucró. En la segunda actividad, alcancé el último libro que había, Una mañana cualquiera, publicado por el IFE y armado de una manera muy llamativa, puesto que la historia la construía el lector, al tomar decisiones al final de cada página que te llevaría por caminos diferentes. Ya le di su buen uso en mi proyecto, en el que trabajo con niños.

Dyson (1997) entiende a una persona alfabetizada como aquella que utiliza la lengua escrita para participar en el mundo social, y aprende a manipular el lenguaje escrito de manera “deliberada e intencional para participar en eventos culturalmente valorados y relacionarse con otros”. En este sentido, esto anterior no hace más que reforzar la necesidad de conocer y saber emplear lo escrito, en este caso, como agente facilitador de los procesos de socialización, si se quiere ver más desde un lente de la psicología educativa o la psicología del desarrollo.

Me agrada bastante esto de la recuperación de citas para darle un poquito más de fondo a los textos (y que conste que no es, en ningún caso, una forma de darle volumen, inflar y nada más). Jesús dijo a sus discípulos (en un contexto determinado en el que no ahondaré): “la verdad os hará libres”. Muchos, muchos años después, Thoreau aseveró: “antes que el amor, el dinero, la fe, la fama y la justicia, denme la verdad”. Hay muchas formas y se pueden recorrer muchos caminos para acercarse (¿y llegar…?) a la verdad. No
estoy seguro de a qué punto se llega, pero sí sé que la lectura nos puede dar certezas y directrices para conocer, construir, pensar, sentir, decir y hacer en el mundo y con los otros. La frase publicitaria que compartí al principio de esta breve reseña tiene que ver entonces con esto, aunque sea un poquito…




Durkheim, citado en Moscovici (1979) dejó la idea de que “un hombre que no pensara por medio de conceptos no sería un hombre; puesto que no sería un ser social, reducido solamente a las percepciones individuales, sería indiscriminado y animal”. Yo no le veo muy descabellado.

El acto y efecto de leer es, ha sido, y será tan elemental en nuestras vidas como el comer. Las letras están, literalmente, hasta en la sopa. No hay momento en el día en que no estemos en contacto, ya sea por placer o por obligación, con la palabra. En el restaurante checamos (leemos) la carta para ver de qué son los tacos y a cuanto el combo. En la calle, estamos expuestos (y leemos, sin querer, queriendo) a los anuncios publicitarios y así nos enteramos que van a venir el mes que entra Polo Polo, Ricky Martin, y en diciembre, Gloria Trevi. En el súper, tenemos los señalamientos que seguimos (leemos) para encontrar el departamento de carnes frías, o bien, en los estantes, con dos productos -similares pero diferentes en el empaque y la marca- en la mano, inspeccionamos cuidadosamente sus etiquetas (leemos) para ver cuál nos convence más (con esto de ser estudiante, muchas veces no hay mucho que elegir o pensar, te llevas el más barato y se acabó). 

No estructuramos y conocemos a través de lo que ya conocemos y de los conceptos.

Considero que el objetivo de fondo va más allá y está lejos de fomentar y promover una sociedad que esté enterada y consciente, que marche y que comparta, que difunda en las redes sociales, que se consterne, se preocupe, se escandalice y no normalice… Es importante todo esto, sí, pero más bien necesitamos de una sociedad que piense, que tenga una reflexión crítica, que experimente, que sienta, que LEA, que lea entre líneas, que entienda, que se comunique, que empatice y empate, que haga acuerdos y equipo, que respete y tolere, que se apasione, que luche, que sea justa, incluyente, equitativa, igualitaria, coherente y congruente, que se unifique, que se revalorice, que participe activamente, que sepa, que sepa que tiene poder para hacer cambios y que los busque, que los haga… que politice y se movilice. A lo mejor me emocioné mucho en esta parte, una disculpa. No sé si sea mucho pedir, pero, por mi parte, voy a hacer lo que me toca. Y es que hay que poner la mejor versión de uno mismo sin esperar a que el otro haga lo propio para que me motive a mí a hacerlo.

La lectura es, fuera de toda duda, un vehículo intelectual, emocional, pero también un medio político –afortunadamente, para lo bueno y, desgraciadamente, también, para lo malo-, que nos puede llevar a conocer, politizar, y en base a esto, actuar con principios, bien encausada, de manera consciente y congruente. 



Referencias Bibliográficas:

Dyson, A. (1997). Writing superheroes. Contemporary Childhood, Popular Culture and Classroom Literacy. Nueva York: Teachers College Press.

Moscovici, S. (1979). El Psicoanálisis, su imagen y su público. Buenos Aires: Editorial Huemul.








domingo, 7 de diciembre de 2014

PsicoPOPFest!


"Algunxs le llaman socializar, politizar el conocimiento, nosotrxs le llamamos fiesta"
(Tres veces H. Departamento de Asuntos Sin Importancia & Cuerpos parlantes, 2014) 


En Guadalajara, el pasado 12 de noviembre, se dieron cita los cuerpos, las ideas y las pasiones. Ahí en su mero centro, Cuerpos parlantes, espacio de investigación urbana y feminista, abrió sus puertas para el primer encontronazo de psicología pop. Es decir, psicología de todxs, esa que no necesita de conferencias magistrales, vestidos de gala y gafetes con títulos rimbombantes. En cambio se dio cita a los temas comunes, la ciudad, los cuerpos y las redes. Durante una semana fue algo así como un bunker, reclutando a aquellas personas dispuestas a cuestionar aquello que algunxs llaman vida normal. 
En lo personal traté de asistir a todo lo que me fue posible. Sin embargo solo pude ir a un par de conversatorios y a un taller. El primer día empezó con todo, la charla titulada "pisando
tierra, hilando redes" fue una plática muy rica que proponía formas de estudio fuera del aula. Cuestionando las ideas de nosotrxs los "psico-cosas" (como decía un expositor) y nuestra forma de intervención en los diferentes escenarios, los talleres y esa forma de concebir el conocimiento. La forma en la que se conciben las aulas, universitarias, así como de educación básica y cómo se crean discursos a partir de las escuelas públicas, mismas que en nuestro país todxs queremos que mejoren, pero nadie quisiéramos meter a nuestrxs hjxs ahí.  
Posteriormente se habló de comics, caricaturas, cosplay e imaginarios monstruosos contemporáneos. Esas cosas que forman parte del ocio común. Y que en buena parte, según comentaban lxs expositorxs, son un buen reflejo de nuestra sociedad. Por otro lado el cosplay, maneja un mundo ajeno (o no tanto), del cotidiano. Es llevar el juego al límite, traer el dibujo a la realidad. Personificar una caricatura en toda la extensión de la palabra. 
Pero el primer día tenía que terminar con broche de oro, pues se proyectó un montaje audiovisual hecho por Lirba Cano, en donde se escuchaba la voz de Pablo Fernández Christlieb, leyendo su propio ensayo, crónica sentimental de la sociedad. Para posteriormente tener una charla con él. Y se habló de emociones, de afectividades, de parejas como sociedades, y de masas que remiten al enamoramiento, y así hasta llegar a la melancolía y perdón como motores de creatividad. La noche pasaba, y el frío no se sentía con todxs ahí juntxs, abarrotando el lugar, dialogando, escuchando y participando. A las 12:00 am culminó la inaguración del PsicopopFest, mismo que prometía bastante para los siguientes días. 
Para el viernes, pude asistir al conversatorio "La ciudad de los comunes" en donde se buscó proponer nuevas formas de organización comunitaria y en red. Combatiendo las actuales que parecen cada día asfixiarnos lentamente. De igual manera se analizaron diferentes propuestas ya existentes y en curso para su aplicación. 


Posteriormente se proyectó el documental "enjoy  poverty" En donde un hombre occidental, va a África a "ayudar" a las personas a traficar con su propia pobreza. Enseñándoles de igual manera, que las fotos de las guerras, las violaciones, los niñxs desnutridxs y las enfermades, podrían ser vendidas como oro puro en américa y europa. Sin embargo la charla post-video. Lo llevó (gracias) más allá, analizando cómo incluso la pobreza se piensa más importante que la violencia de género en las comunidades. Como si pareciera que implícitamente el director, estuviera mandando el mensaje de "violen, maten, humillen, pero tómenle fotos porque si no, no sirve de nada". Esta charla intensa y apasionada en sí misma, terminó en la madrugada, para al día siguiente dar paso al cierre. 
El último día en la mañana asistí al taller "auto-sabotaje patriarcal" En donde un grupo de varones nos juntamos, para ver cómo estamos viviendo nuestro ser hombre, y cómo afecta eso a las demás. Desde cosas muy simples como abarcar más espacio que el que nos corresponde, hasta ver cómo acaparamos la palabra en todos los espacios posibles. 
El día siguió con conversatorios y una fiesta de cierre que no tenía hora de fin. Hubo muchas cosas  interesantes, entre talleres y conversatorios a las cuales no pude asistir, tales como: "Contribuciones a la guerra en curso" "Guerrilla feminista de la comunicación" "En carne viva" "Resistencia hormiga" "Conspiración tiqqun" "la conciencia del dinero" "la locura, manual de uso" "Politízame el Kink" "Psycho for the masses" . 
Puedo decir que esos días abrieron un espacio en mis actividades rutinarias, mismo que espero, se repita el siguiente año. Más espacios así son necesarios, más encontronazos intergalácticos.

viernes, 5 de diciembre de 2014

La percepción de las personas limpia parabrisas, aceptación /rechazo.



Junto con otros dos compañeros se ha realizado una pequeña investigación para analizar a qué se debe el rechazo o la aceptación de las personas que se dedican a limpiar parabrisas en los altos de los semáforos y una intervención con el fin de ponerse en los zapatos de los limpiaparabrisas y ofrecer una forma diferente de “limpiar parabrisas” y de obtener dinero.

Cada quien entrevistó a 20 automovilistas respecto a la percepción que tenían de los limpiaparabrisas y en conjunto se realizó la intervención, en la calle de la plaza Las Fuentes se pretende limpiar los vidrios de los autos con botellas llenas de agua y una franela en mano, las botellas se encuentran cerradas y sólo se hace la imitación de echar agua y lavar. Uno se disfrazó con ropa sucia, otro de mimo y otro de forma “normal” (pantalón de mezclilla, tenis y camisa sencilla).

Al principio se llegó al escenario un tanto nervioso y emocionado, sin saber cómo iniciar o qué sucedería con los automovilistas, si se enojarían o si se reirían, pero después de la primera intervención (en total 5 intervenciones)

Algunas de las preguntas que les hice a mis 20 personas fueron:
¿Manejas?, ¿qué piensas de un limpiaparabrisas?, ¿te han limpiado los vidrios de tu auto?, ¿Te gusta que lo hagan?, ¿Respetan tu decisión (en caso de decir que no)?, ¿te has peleado con alguno?, ¿Les das dinero?,  ¿Has hablado con alguno más allá de la platica de “¿se lo limpio? Si/no”?.

La mayoría de las respuestas fueron muy similares:
Todos, contestaron que sí manejaban.
Las impresiones fueron:
* Las personas que se dedicaban a limpiar vidrios eran personas flojas, probablemente drogadictas y que usaban el dinero para drogas, que podían dedicarse a un trabajo decente, que eran unos irrespetuosos u holgazanes.
* Todos dijeron que si, muchas veces les han limpiado los vidrios.
* Sólo dos personas dijeron que si les gustaba que se los limpiaran, ya que siempre los traían sucios.
* Todos dijeron que en ocasiones si respetaban si decían “no”, pero que era rara la vez que esto sucedía.
* Nadie dijo haberse peleado con algún limpiaparabrisas.
* 17/20 personas dijo que sí les daba dinero.
* Ninguno ha entablado una conversación externa a la situación de limpiar los vidrios.

En la actualidad ser limpia-parabrisas (ser comerciante ambulante) es etiquetado como trabajar de forma ilegal, denominándolo también como “comercio informal”, adquiriendo una etiqueta estigmatizante y negativa, siendo muy poco aceptados e inclusive siendo victimas de agresiones.

A pesar de tener años existiendo, México no reconoce este labor como parte de un trabajo “digno” o “formal”, ya que no cuenta con una regulación por parte del gobierno, no existe algo que lo rige ni que lleve el conteo de cuantos trabajadores son, el ingreso con el que cuentan ni su jornada laboral.

El ser limpiador de vidrios se podría decir que es ser un trabajador y jefe de su propio tiempo, administrando sus horarios y decidiendo dónde y con quien trabajar, no aceptan el sometimiento del gobierno, por lo tanto, son un peligro, desestabilizan la funcionalidad y el control que gobierno desea tener de los cuerpos y sus tiempos.

Este tipo de labores es muy despreciado por una gran parte de la población, siendo considerado como trabajo denigrante y que sólo cierto tipo de personas (el “pobre”) trabaja de esta forma, pero si se analizaran las jornadas laborales y las actividades que las empresas ofrecen, se podría decir que ese trabajo también llegaría a ser indigno; la gente llega a trabajar más horas al día que horas para dormir, durante 6 días a la semana y realizando actividades que no les gustan por un salario mediocre. Digno sería trabajar con un horario justo, días de descanso y realizando actividades que les ayuden a mejorar su autoestima y se sientan útiles laboralmente hablando.

Al momento de la necesidad económica y del deseo de obtener una mayor cantidad de dinero el trabajo “indigno” sería bien aceptado, la única diferencia podría ser el estar regulado o no por el gobierno.

Modificar el significado del trabajo y llevarlo a las calles (ya no solo se puede trabajar en el campo, oficina, bajo contrato o vigilancia de un patrón) y decidir autoemplearse, llega a ser una manifestación que supera la fuerza impuesta de la institución reguladora del trabajo. Butler (2012) menciona que las manifestaciones publicas de masas de personas (trabajadores limpia-parabrisas)  logran superar la fuerza policial (gobierno), generando y disponiendo de recursos para regenerarse a sí mismas, siendo episodios anarquistas que cuestionan la legitimidad de un régimen de trabajo impuesto, “y si yo quiero trabajar en la calle, ¿qué tiene de malo?”.

No existe sólo un limpia-parabrisas, existe toda una comunidad unida, reconocida socialmente, son parte de la sociedad y no pueden ocultarla, dicha alianza posee un poder para reclamar lo público de un modo no codificado por una ley institucional y que nunca podrán hacerlo (Butler,2012).

El trabajo ambulante se vuelve una  manifestación anarquista en contra de la ley establecida para que el trabajo se haga de cierta forma y bajo ciertas reglas, con observación, regulación y por lo tanto control. Tomar la calle y hacer uso de su libertad y de su cuerpo para explotarlo y hacer lo que quieren y no lo que les imponen, obtener fuerza y unión por parte de la alianza generada, es generar empoderamiento social; son acciones que van reconfigurando los espacios públicos y el papel de la política. Ya no sólo es un espacio por el cual los automovilistas transitan, sino que ahora es un área de trabajo.  

Trasladándonos ahora al automovilista, a sus autos y al significado del usar un espacio publico, Fernández (1991), habla de la sociedad como una sorpresa para aquellos que deciden salir del encierro del espacio privado no ser los mismos de siempre, ser alguien ajeno al otro, caminar de forma anónima, llega a dar más libertar de actuar de otra forma. Sin embargo, la presión social de ser aceptado también llega a hacer.

La imagen de un limpia-parabrisas es de alguien sucio, pobre, con una mayor necesidad económica, el trabajador se transforma y juega el papel de un personaje que no necesariamente tiene que ser la realidad que vive fuera de su “área de trabajo”, la imagen del automovilista es de alguien económicamente más pudiente, con mayores libertades y autoridad (aunque esta puede ser una trampa, no necesariamente manejar el auto hace a la persona rey de la calle).

La gente es el espíritu de la ciudad (Fernández, 1991) trazando relatos, imprimiendo impresiones en las paredes, marcándolas con un sin fin de historias, no hay otra forma de pensar mas que en comunitario, el vestirse como pordiosero o identificar cuando alguien te va a lavar el vidrio, son comunicación, quizá no verbal, pero transmiten algo, una historia y un deseo.

Las acciones de las personas dependen todo el tiempo de herramientas, siempre se apoyan de algo, no se puede actuar sin ellos, pero al mismo tiempo se necesita luchar contra ellos para lograr actuar(Butler,2012) , para que un limpia-parabrisas exista y trabaje, se necesita previamente existir una calle, un auto, un semáforo, un “alto” y al mismo tiempo se necesita luchar contra el peligro de la calle y sus baches, la velocidad y fuerza del auto y el “siga” del semáforo.

El automóvil siendo una herramienta de transporte también funge el papel como extensión del espacio publico (como si fuera una parte de nuestro hogar), un auto viene de la mano con confort y facilidades, no debes hacer un gran esfuerzo para trasladarte de una zona a otra y puedes hacerlo desde la comodidad de un auto acojinado y escuchando música, sin compartir tu espacio personal con otras 30 personas en un autobús.
Al igual de las otras herramientas, debemos dejar a un lado al auto, ya que nos aísla del exterior y del convivir con el otro, nos distancia y nos enajena, se vuelve más difícil generar empatía o inclusive simplemente prestar atención, cada vez más se vuelve automático manejar un auto y trasladarse por las calles. Fernández (1991), menciona al auto como parte del análisis de la geografía urbana, una forma de continuar con la privatización del espacio, alterando el patrimonio colectivo que es la calle.

Las tecnologías que posibilitan el movimiento de masas ha dado pie a que la gente no se alcance a concentrar en un solo espacio, a que no tengan algún tiempo de interacción y por lo tanto nada de comunicación; el espacio publico siento deformado y ultrajado por estas herramientas se convierte en esclavo de las mismas, deja de ser un espacio para las personas y se convierte en un espacio para los objetos, al transportarse en autos se mantiene la privacidad de los hogares, no se logra un escenario que promueva la convivencia.

El conductor no debe preocuparse por casi nada, al contar con calles rectas, con líneas divisoras, carillones exclusivos, velocidad regulada, se encasilla a ser un espacio sin vida externa a algún otro conductor, ya no es un lugar para peatones y menos lugar para trabajar, se ha convertido en un lugar exclusivo de una máquina privativa de emociones y contacto con el mundo. Esta “comodidad” irrumpida con la existencia de un limpiaparabrisas, que saca al conductor de su estado de ensueño es la que puede llegar a ser molesta, el tener que “ver” realmente al mundo y tener contacto con la gente, cuando el propósito de andar en auto era el contrario, es salirse de la rutina a la cual ya estaban inmersos.
El aislamiento provocado por la velocidad y las puertas, los pequeños micro-movimientos y la gran vida rutinaria obliga a que el cuerpo se mueva por el espacio de forma pasiva, en un área fragmentada, el deseo de liberar al cuerpo de las resistencias, unido al temor de rozarse con el otro genera una división que es más fácil de marcar, todo nos lleva a pensar que la vida cotidiana nos dirige a minimizar el contacto entre personas.

Las personas rehúyen a cualquier forma de interacción que provoque salirse de la rutina.

A pesar de esto, el espacio público y sus usuarios originales, las personas, luchan por mantenerlo con vida, puede que reúnan lo público con lo privado, puede que excluya o forcé ciertas prácticas, pero esto hace al mismo tiempo que se reúna la razón y la pasión, las reglas de las instituciones y la desobediencia de los sujetos, llevando a una comunicación forzada, que si bien no es verbal, los objetos que se utilizan y la forma en cómo son utilizados, llegan a entablar una conversación con el otro.


La comunicación no tiene clases ni distinciones, todos tienen acceso a ella y al mismo tiempo nadie se escapa de escuchar, en el caso de los limpiaparabrisas es, “te chiflo o te ofrezco lavarte el vidrio”, “te hago la señal” o simplemente “te echo el jabón y comienzo a trabajar”, al igual que el conductor responde diciendo que si/no, grita, hace alguna seña/mueca, se queda callado(o) alguna otra cosa.

Los resultados de las intervenciones fueron que en  caso, un automovilista nos dio $5 pesos, había otras ocasiones en que también intentaban darnos dinero, pero más que cobrar se les pedía un pulgar arriba o pulgar a bajo, dependiendo si les había gustado o no la intervención, nos tocaron puros pulgares arriba.

Previamente mencioné que pareciera que a los automovilistas no les agrada la interacción social con otro individuo peatón que los haga salir de su rutina y que sentían un especie de ultrajo al momento de que un limpia-parabrisas apareciera, sin embargo,  pareciera que este distraer del “siempre es una persona que me quiere “ensuciar” mi auto, se vuelve agradable cuando les llega una sorpresa, pero que de alguna forma no es tan intrusiva a como lo sería llegar a lavar el vidrio.

A continuación se muestran algunas de las fotos generadas dentro de la investigación-intervención.


calle.jpg

cal.jpg
ca.jpg

SENNETT, Richard (1994). Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental. Madrid: Alianza.
FERNÁNDEZ CHRISTLIEB, Pablo (1991). El Espíritu de la calle. Psicología política de la cultura cotidiana. Barcelona/Querétaro: Anthropos/UAQ, 2004. [Biblio: 320.019 FER]
BUTLER, Judith (2012). "Los cuerpos en alianza y la política de la calle". En revista Transversales, no. 26, junio 2012.