¡VIVOS SE
LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!
#5NParoActivo
El pasado miércoles 5 de
noviembre, tuve la oportunidad de asistir a uno de los eventos organizados por
ITESO, llamado PARO ACTIVO en apoyo a los trágicos sucesos de Ayotzinapan, donde
desaparecieron a un grupo de 43 jóvenes normalistas. La noticia volcó a México
y al mundo, pues muchos consideramos que fue la gota que derramó el vaso para
dejar de estar en silencio ante las injusticias, la inseguridad y por otro lado
y otro tema a tratar, el machismo que se vive en nuestro país.
Según el Gobierno Federal
anunció hace varias semanas, siendo el pasado jueves 21 de agosto que la cifra
de personas ‘no localizadas’ en México alcanza las 22 mil 322 personas. A esto le
sumamos cifras desconocidas de diversas personas por varios estados, y aún a
esto 43 más estudiantes provenientes de Guerrero.
Pero ahora, viene una cuestión
muy interesante: ¿Qué tiene que ver el género con la violencia en la que
vivimos en el país?
Al parecer, la dominación de
la mujer proviene desde la colonización, la cual es el establecimiento de un
conjunto de personas en un territorio alejado de su pueblo, país o región de
origen con la intención de poblarlo y explotar sus riquezas, esto pasó en
México en el siglo XVI, cuando los españoles, al mando de Hernán Cortés
conquistaron la antigua Tenochtitlan, ahora conocido como México. Desde
entonces, la mujer fue vista como alguien inferior, como objeto sexual,
trabajos fuertes, sin poderío, ni derechos, etc., ser mujer mexicana en ese
entonces era una maldición; pero ahora ¿seguimos en el mismo cuento?
Pasando a temas más actuales,
nos podemos dar cuenta que las infinitas muertes en Juárez, conocidos por mucha
gente como feminicidios, tiene algo que ver con los hechos que pasaron en
Ayotzinapan. No se trata de echarles la culpa a los hombres, pero si nos damos
cuenta que se le dan privilegios a unos por encima de otras.
En México, día a día, cientos
de mujeres son violentadas directamente o indirectamente, muchas no lo sabemos,
pero lo vivimos, ya sea por nuestra pareja, por compañeros, conocidos,
trabajadores que se encuentran por las calles, etc., pero pensamos que es algo
natural.
Natural es salir a la calle
con la seguridad de que todo estará bien, natural es vestir a nuestro estilo y
saber que no seremos violentadas. Es muy diferente la indignación que se siente
por la violencia que vemos, a la violencia que vivimos.
Nuestro profesor Héctor
Robledo, hace un interesante comentario acerca del cuerpo feminizado y el lugar
que ocupan estos, pues desde la antigüedad, los hombres fueron educados para
imponer violencia, algo que hasta el momento ha perdurado. Sin embargo, no solo
las mujeres vivimos violencia, sino también los hombres, al ser oprimidos y
mantener un margen de lo que deben hacer y lo que no.
El cambio está en nosotros,
pues recordemos que el silencio, también es violencia ...
La frase "el silencio también es violencia" me mueve bastante porque considero que es cierto. Cuando alguien no expresa lo que siente acerca de una situación o no genera movimiento para cambiar ésta misma, está aceptando, de cierto modo, lo que está sucediendo y dando pie a que continúe. Creo que lo que está sucediendo en respuesta a la desaparición de los jóvenes normalistas es un buen comienzo para nuestro país. Quizás, como nación, tardamos bastante en darnos cuenta del impacto que tiene la opresión del gobierno sobre nosotros pero más vale tarde que nunca. Estos tipos de movimientos generan algo de esperanza en mí, creo que a partir de esto la gente encuentra espacios para dialogar y compartir sus experiencias, inquietudes, quejas, etc. y esto es algo bueno porque la gente comienza a identificar lo común y a darse cuenta de que somos una comunidad de afectados. Los problemas pasan a un plano público. Definitivamente, la violencia no es una forma de solucionar problemas y tampoco es justo que se utilice para silenciar a todo aquel que es crítico.
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