El pasado miércoles 22 de Octubre
se dio lugar a una nueva marcha en
las calles del centro, iniciando desde la glorieta normalistas jóvenes,
adultos, estudiantes y profesionistas se unieron en una sola voz para gritar
“los queremos vivos”, parece que poco a poco las personas van despertando de
ese sueño donde pasaba todo y no hacían nada, comienzan a exigir que los
volteen a ver, que los escuchen y que devuelvan el gobierno al pueblo.
Más que parecer hartos o
cansados, la gente comienza a verse más interesada y motivada de salir a las
calles, hablar del tema y dar a conocer de los sucesos a aquellos que aún siguen
sin saber qué es lo que pasa a su alrededor.
El tiempo cada vez pareciera ser más escaso en comparación a las
nuevas “necesidades” o distractores, tal es la velocidad que impide que un
acontecimiento se vuelva significativo, constantemente se bombardea de
información, de noticias, de sucesos que lo único que logran es mantener
dispersa a la atención de las personas, evitar se consolide una identidad con
ciertos sucesos y que por lo tanto no se desee ser partícipe de las posibles
mejoras, las experiencias no se integran de la misma forma a como solía hacerse
antes.
Sin embargo pareciera que han
sabido manejar este problema, se continua llamando la atención de los medios para
que esto no quede en una simple huelga, poco a poco están más metidos en los
temas de conversaciones y noticias en televisión, radio e Internet, de forma
internacional otros países comienzan mirar a nuestro país y a darse cuenta de
que aquí también surge violencia y la gente se levanta en armas; a esto no me
refiero con que agarran una pistola o un cuchillo para pelear, sino que toman
sus cuerpos y sus voces como armas políticas y salen a los espacios públicos a
unirse como un ejercito y a tomar lo que por derecho desde hace cientos de años
es público, o sea, de y para las personas, no para que un gobierno rija y
decida de qué forma se debe de interactuar.
El sentimiento era colectivo, los
escalofríos te recorrían la piel cada vez que leías un letrero que dijera “pude/o
haber sido yo / tu hijo”, “pienso luego me desaparecen” o letreros con los
rostros de alguno de los desaparecidos junto con su edad.
Una de las preguntas que lanzaban
era, “¿cuál es el futuro de un país donde desaparecen a sus estudiantes?”, la
respuesta no la quiero ni pensar, ¿qué será de un país poblado de títeres que
se mueven al son del gusto del gobierno, que permite que todo pase y nada hacen
por cambiarlo.
Fue interesante ver cómo las
personas que no estaban unidas a la marcha, sino que se encontraban en
establecimientos o en la calle nos volteaban a ver y una que otra nos grababa,
me pregunto qué pensaban al escuchar cuando les decíamos, “escucha, a ti
también te afecta”, qué sentimientos se despertaban en ellos, ¿los haría
reflexionar?, sin duda a mí me hizo reflexionar el hecho de decirlo.
Finalmente la marcha terminó en
la plaza de la liberación con una reunión de cientos de personas con un mismo sentimiento,
el deseo de un cambio y el pensamiento de “ni uno más”.
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