¡Hola compañeros! Hoy quiero compartirles una experiencia que viví este fin de semana y que me dejó con un mal sabor de boca y una especie de impotencia y desconcierto.
Durante todo el año pasado, con un grupo de compañeros llevamos a cabo una investigación para una materia del ITESO, nuestra investigación era acerca de las percepciones y las actitudes que tienen los vecinos y locatarios de cierta zona específica aledaña al tren en el Área Metropolitana de Guadalajara.
La situación comienza a principio de este semestre cuando aparece una convocatoria para el 11° congreso internacional de migración que se llevaría a cabo el 23 y 24 de Octubre en Morelia.
Nuestra maestra y asesora de investigación nos mandó la convocatoria y dos de mis compañeras y yo nos interesamos en participar y nos pusimos a trabajar para enviar un documento y esperar a que nos aceptaran para asistir.
¡Así fue! Nos seleccionaron para dar una ponencia, estábamos muy emocionadas. Pedimos ayuda al Iteso para financiarnos nuestro viaje, porque claro, íbamos a representar a nuestra universidad ¿no?
No fue tan fácil y hubo que insistir (agradezco a mi asesora del proyecto por su perseverancia a insistir al departamento de psicología su apoyo económico), al final logramos que nos pagaran, con algo de esfuerzo, el transporte de ida y regreso para mis compañeras y para mi. El hospedaje y todo lo demás corrió por nuestra cuenta.
Y bueno para no seguir con más rodeos, ahí nos tenían, el pasado jueves asistiendo a nuestro primer congreso donde participaríamos, estábamos muy nerviosas, habíamos ensayado y practicado mucho y sabíamos lo que íbamos a decir, estábamos convencidas de dar a conocer la información, los datos cualitativos y cuantitativos, pero también queríamos hacer una reflexión sobre la indiferencia de la gente hacia los migrantes como personas.
El congreso no fue como lo esperábamos, se retrasó mucho, no se llevaba un buen cuidado del tiempo, por esto nuestra ponencia comenzó una hora después de la hora en la que se suponía que sería.
Para esto teníamos un poco más de nervios porque anteriormente varios expositores hicieron comentarios no tan positivos hacia los estudiantes, cabe recalcar que mis compañeras y yo éramos las únicas estudiantes universitarias en todo el congreso (o eso parecía), nos encontrábamos entre puro doctor y maestro, la mayoría enfocados a temas económicos y políticas públicas y gubernamentales.
Los comentarios que les digo, daban a entender que, para estas personas, o al menos para algunos de ellos, los estudiantes somos personas algo desorganizadas, que no sabemos que estamos haciendo, que no podemos brindar servicios o desempeñarnos de la manera óptima que lo haría un profesional ya graduado o con más preparación.
Se hizo mención un poco de la situación de Ayotzinapa, no me quedó muy claro el punto de vista general que se tenía acerca de esto, pero a lo que entendí era más o menos la misma idea, nos falta orden a nosotros como estudiantes que nos manifestamos, necesitamos que alguien (más preparado) guíe lo que estamos haciendo porque si no se saldrá de control y no servirá de nada.
Nuestro público.
Dato curioso: El congreso se celebraría en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Al final no fue así porque los estudiantes precisamente tomaron la universidad como protesta, por lo que la sede del congreso se cambió a un hotel.
Volviendo al tema, fue nuestra hora de exponer, se nos hizo mucho énfasis en que sólo contábamos con 15 minutos, ¡no más!, a cada rato mientras exponíamos, la moderadora me recordaba con sus manos que ya solo faltaban 10 o 5 minutos, muy amable ella con nosotras, porque no vi que a nadie más se le recordara tan insistentemente su contado y limitado tiempo para exponer.
A como pudimos dimos a conocer todo el protocolo; la muestra, la metodología, la justificación, los resultados y la discusión con autores. Queríamos hacer esto rápido y lo logramos, nos quedaron aproximadamente dos minutos para dar nuestro mensaje reflexivo y visibilizador de los migrantes.
Para esto, quiero decirles compañeros, que uno de los resultados que encontramos en nuestra investigación es que la actitud que predomina en general hacia el fenómeno de la migración es de total indiferencia, el fenómeno no es muy relevante al parecer para la gente de nuestra zona estudiada y me di cuenta de que para nuestra audiencia tampoco lo es.
Cuando ellos hablaban de los migrantes se referían a ellos como cifras, como propuestas públicas, como problemática, como leyes, como muchas cosas pero no como personas.
Nosotras invitamos a nuestra audiencia a ver a los migrantes como personas, a no quedarse en la parte teórica de las problemáticas de nuestra sociedad sino a ver como interactuamos con esas personas que migran, a VERLOS, que no pasen desapercibidos, a dignificarlos como personas una vez más, no reducirlos a cifras, a gráficas, a porcentajes.
No sé si esperábamos mucho con nuestro mensaje final, no sé si lo dijimos muy claro, no sé si no les gustó lo que dijimos o si no lo tomaron en serio por ser nosotras estudiantes, no sé qué haya sido pero al finalizar nuestra ponencia, sentí que la gente aplaudió muy por compromiso, y al momento de "preguntas, dudas, comentarios" reinó un silencio demasiado incómodo. Ni una duda, ni un comentario, ni una crítica, ni una aportación, ni una retroalimentación.
Con ese mal sabor de boca nos fuimos algo decaídas y con dudas si nuestro mensaje había sido claro o no, cosa que no sabremos a ciencia cierta, si eran los nervios los que nos dejaron con esa mala sensación o si a la gente no le gustó.
Pero si algo me quedó muy claro en ese momento es que me parece sumamente peligroso, que la gente intelectual que trabaja, estudia y aporta mucho a nuestro país, se quede en ese esquema de pensamiento, con esa manera tan cuadrada y encasillada de ver las cosas, con esa incapacidad de sacar la teoría a la realidad.
El papel de los teóricos e intelectuales creo yo que es muy importante, y que es necesario crear vínculos entre todos, y sé que los teóricos tienen mucho que aportar, pero si ven a la demás gente solo en sus gráficas y en sus cifras no creo que logremos mucho diálogo ni acción.
Hace rato leía un artículo sobre Ayotzinapa donde decía:
"¿Dónde están las voces de los intelectuales protestando por esto? ¿Dónde están los maestros, académicos, escritores, artistas, alzando la voz por los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa?"
Y me quedo con esa duda, ¿qué están haciendo los intelectuales para llevar su teoría a la realidad de nuestra sociedad?
Espero que nosotros como estudiantes podamos llevar a la práctica todo ese conocimiento que estamos adquiriendo, y estoy en total desacuerdo con esta gente del congreso en su opinión de que nosotros como estudiantes no podemos desempeñarnos de una manera óptima para ayudar a los demás, ya sean los migrantes, ya sean los desaparecidos, ya sea nuestro país.
Me quedó con las palabras que dijo el rector del ITESO en la pasada toma de lista de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa:
"Los estudiantes no son el futuro de México, son su presente."