En este capítulo, Himanen hace
un recorrido histórico que posiciona la ética protestante como fundamento del
capitalismo y de la noción de trabajo como la conocemos hoy. Previo a esto, se
dedica a describir la manera en que el hacker concibe su actividad de
programación como una fuente de entretenimiento y de inspiración, y como esto
puede extrapolarse a cualquier profesión. Pero vayamos por pasos.
El hacker programa porque
encuentra la actividad como interesante, emocionante y gozosa. Los desafíos no
lo desaniman, sino que lo llenan de interés y emoción. Existe una curiosidad
genuina y una motivación por seguir aprendiendo que les llena de energía. No
necesariamente son organizados ni ordenados. Al contrario, sus horarios varían
de acuerdo a su inspiración. Pueden pasar días enteros trabajando, para luego
pasar días durmiendo. Trabajan en la madrugada, y duermen en el día. Pero ante
todo esto, se sienten en un ambiente estimulante. Su objetivo final es un
proyecto personal más que un trabajo para alguien más.
Esta alegría se acaba pasando
a la misma persona del hacker, quien se acaba convirtiendo en alguien
extravagante, fuera de lo común, pero lleno de energía, viviendo su trabajo
bajo sus propios términos. Para el hacker, el hecho de programar es una
actividad que merece toda su pasión. Es una artesanía merecedora de todas sus
capacidades e inteligencia.
A lo que quiere llegar Himanen
es al hecho de que estas características no acaban siendo exclusivas de los
hackers. Al contrario, son extrapolables a cualquier actividad. Empieza
poniendo como ejemplo el mundo académico, retrocediendo incluso a Platón, quien
encontraba en el ejercicio de filosofar su propia pasión. Incluso en estos días
podemos pensar en las personas que se dedican a la ciencia, y se embarcan en
largas investigaciones, sabiendo que no ganaran tanto dinero. Lo hacen únicamente
por vocación.
Hacker entonces no es algo que
se relacione con la tecnología, sino que se trata de un artesano que se acerca
con pasión a su artesanía, dándole importancia a lo que hace. “Cualquiera de
las ciencias y de las artes muestra esta actitud en su máxima expresión”. Los
hackers tan solo acaban siendo un ejemplo de lo que se denomina como ética
hacker del trabajo.
Pasando al apartado de Weber, específicamente
su trabajo “Ética protestante del trabajo”, nos encontramos con la propuesta o
la crítica de que la noción de trabajo como deber se acabó por convertir en el
fundamento, en la base del espíritu capitalista surgido en el siglo XVII. Se
comienza por suponer que el trabajador tiene como obligación sentir su trabajo
como un deber, independientemente de si le apasiona o no, o de si le hace
utilizar sus facultades personales. Tiene sus orígenes principalmente en la
ética del trabajo enseñada por los protestantes. “Dios no se complace en ver a
la gente meditar y orar, quiere que hagan su trabajo”.
La reforma de Lutero había quitado
autoridad a la Iglesia como la única institución capaz de interpretar la
Biblia, y a su vez les había otorgado ese poder a los individuos. Permitiéndose
cualquier interpretación, se vislumbró un individualismo que también tuvo un
papel clave en el desarrollo del capitalismo. Weber hace hincapié en que el
espíritu del capitalismo, a pesar de haber encontrado en la ética protestante
su justificación religiosa, pronto se emancipo y empezó a actuar conforme a sus
propias leyes.
Un desplazamiento de la ética
protestante no es cosa fácil. Tiene raíces profundas en nuestro pensamiento. Se
ha normalizado, y hasta se considera naturaleza humana. Igual que Sísifos, pareciéramos
condenados a continuar trabajando sin un fin que se vea cerca.
Tenemos entonces la propuesta
de la ética del hacker, que se asemeja a lo que era la ética pre-protestante. Trabajar
por pasión, bajo nuestros horarios y recursos, y con la organización que
queremos. Recuperar esos tiempos que parecemos haber perdido, en el que hacíamos
algo mas además de intentar ser productivos. Preocuparnos por nuestros propios
proyectos personales, y por nuestra propia vida.
Creo que cuando existe pasión y vocación para hacer algo todo se vuelve más sencillo porque se disfruta; lejos de parecer trabajo resulta ser algo divertido. Lo que se presenta como "ética del hacker" es bastante interesante ya que, si lo aplicáramos, tendríamos mucho más control sobre nuestras vidas y decisiones. Esto lo digo porque creo que vivimos en un mundo donde el sistema busca la productividad y el control, y los empleos que se ofrecen tienen horarios controlados y específicos. Cuando las personas no trabajan en algo que realmente les apasiona se puede generar un conflicto, ya que pueden surgir cuestionamientos acerca del sentido que tiene la actividad que desempeñan en su vida. Además, ¿cuánto tiempo podemos dedicar, realmente, a nosotros mismos y a nuestros proyectos de vida? ¿dedicamos la mayor parte de nuestras vidas a trabajar para alguien más? ¿a qué costo? ¿qué implica todo esto? :O :S
ResponderEliminarTodo esto de la ética hacker me parece una excelente alternativa a la ética del trabajo que se da en esta sociedad capitalista, bueno, más que alternativa (porque no es como que elija que me guste algo sino que simplemente se da), me parece una reacción "revolucionaria"(?) por decirlo de alguna manera. Una forma de romper con lo común, con lo esperado y lo normal. Pero creo que no es algo sencillo, me parece que para poder aspirar a esta ética hacker es necesario tener una conciencia propia fuera de las normalizaciones que la sociedad dicta. Pensar qué te gusta y por qué, buscar que las cosas que haces a lo largo de tu vida y en tu cotidianidad sean porque tú lo eliges, pero me parece que es muy difícil salirse de esta lógica de lo común, de lo que los sistemas internacionales dictan. Me parece que es todo un reto, de una reflexión crítica no solo de lo externo, sino de lo interno.
ResponderEliminarJusto como dices Brito, la sociedad nos mide los tiempos, porque no es como que podamos safarnos fácilmente del sistema, no podemos prescindir de los tiempos que nos estructura, pero algo se puede intentar, buscar en los pocos tiempos que tenemos hacer una reflexión de como va la vida.
Mientras leía tu artículo me acordé de lo que hablábamos de los camioneros: viven para trabajar, no hay tiempo para familia ni proyectos personales por lo tanto si bien suena alocada la idea, podríamos empezar a exigir un trabajo digno para todos donde el trabajo no sea igual a la esclavitud.
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