DISCRIMINACIÓN EN LOS
LUGARES DE ESPARCIMIENTO,
OCIO Y RECREACIÓN.
Para
entrar un poco en contexto, iniciaré con el concepto de discriminación según Rodríguez,
J. (2005) el cual dice que es una de las palabras de naturaleza política que
están presentes en una gran cantidad de usos cotidianos del lenguaje. Se trata
de un término que se usa con mucha frecuencia y con sentidos e intenciones
diversas. El diccionario de la Lengua Española, publicado por la Real Academia
Española de la Lengua, ofrece dos definiciones del verbo discriminar:
1. 1. Separar, distinguir, diferenciar una cosa de otra.
2. 2. Dar trato de inferioridad, diferenciar a una
persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.
En la
presente investigación, nos basamos principalmente en la discriminación que se
vive en antro “La Santa”, ubicado en Avenida Real Acueducto 371, Zapopan,
Jalisco, hasta hoy, uno de los antros más populares y demandados de la ciudad,
el cual es considerado un espacio privado, buscando hacer conciencia ante esta,
y dejar a decisión personal el continuar fomentándola, o hacer lo que esté en
nuestras manos para cambiarla, insisto, todo como decisión personal.
Existe
una diferenciación entre los espacios privados y los espacios públicos, pues el
tener la libertad de expresarnos, de ser, de vestir y hablar común y libremente
en los espacios públicos, en este caso la calle, hace que conservemos cierta esencia
personal, en cambio, los espacios privados nos guían por un camino de mantener
cierta postura, vocabulario, vestimenta y comportamiento.
Cuando
salimos a la calle el cual, es un espacio público, podemos ser quienes somos,
sin guardar un margen, salir con la actitud que se siente en el momento, pues ”somos
libres”, en la lectura El Espíritu de la Calle, se toman puntos importantes de
la vida que tenemos como sociedad al salir de nuestras casas, donde según Fernández (1991) La vida de la sociedad civil, es una sorpresa para quienes salen de sus
casas y quehaceres y se unen a la calle: la sorpresa de no ser los mismos de
siempre, de verse a sí mismos haciendo, pensando y sintiendo.
Un
espacio privado, tiene el derecho y de cierta manera la ventaja de hacer su
espacio exclusivo para ciertas personas, a dar acceso o negarlo si no se
cumplen los requisitos que ellos imponen, por el simple hecho de pagar por un
lugar y espacio que lo vuelven muy suyo. Se puede entender una diferenciación
entre lo público y lo privado.
Fernández
(1991) Por público se puede entender todo
aquello (ideas, sensaciones, gestos, objetos, colores, ropas, reglas,
funciones, espacios, lo que sea) que es comprensible en un momento y lugar
dados, pero que en otros ni es comprensible, ni sabido, ni compartido, ni
conocido, ni real, ni público y, por lo tanto, es privado, que es todo aquello
que no cabe en un momento y lugar dados, y que no funciona como real ahí, aunque
en otros tenga una realidad sólida y duradera.
Sin embargo,
fuera de tema entre los espacios públicos y privados, existe algo que es el
medio social. Muchas veces para estar dentro “de”, tenemos que tener “que”; es
decir, el asistir a un antro, de cierta manera te envuelve en un círculo
social, te da diversión y demás; pero también te desgasta físicamente, tu
cartera queda un poco vacía al día siguiente y ni hablar de las crudas físicas
y morales.
En estos
espacios, estamos rodeados de una masa, en el la rtículo “El sueño de las multitudes”, se describe el concepto
donde Fernández (2010), nos dice que: se
le llama masa a un conglomerado de gente que en un momento dado, por las
razones que sean, los individuos pierden sus características particulares, se
salen de sí, de sus cabales, quedan fuera de quicio y pierden su inteligencia,
su razonamiento, su cultura, su educación, se desindividuan, y a cambio de eso,
brota entre todos una entidad psíquica colectiva dominada más que nada por la afectividad
y la emocionalidad que actúa por sí misma independientemente de los individuos
ahí ausentes.
La descripción anterior, podría ser, en
algunas cosas, la descripción de lo que se vive dentro de la instalación “La
Santa” por muchos de los individuos que ingresaron, La masa de personas que
ingresan, a comparación de las que no
pudieron tener acceso varía dependiendo del día y evento.
¿Cómo fue nuestra intervención?
Decidimos
realizar esta intervención, ya que por muchas ocasiones nos hemos dado cuenta,
y hemos vivido en carne propia, la discriminación que se vive en la calle,
específicamente en ciertos lugares donde existen códigos para tener acceso, las
tres integrantes coincidimos que es una acción que nos causa mucho conflicto,
que nos ha tocado observar por varias ocasiones y que sería una intervención
muy buena para concientizar por lo menos a un grupo de personas.
Sabemos perfectamente que la discriminación en los “antros”, se da por las personas a los que comúnmente
llamamos “cadeneros”, y claro, ellos la ejercen. En nuestra indagación en “x”
antro, y en experiencias anteriores, nos dimos cuenta que estos “cadeneros”,
simplemente están siguiendo órdenes ya predispuestas y establecidas con
anterioridad, en donde no pueden dejar pasar a ciertas personas que no cumplan
con los requisitos necesarios para obtener su acceso, y por otra parte, estos
cadeneros se encuentran vigilados, ¿vigilados? Sí, vigilados por personas que a
través de cámaras, les van diciendo quien puede pasar o no, es decir, los
cadeneros hacen el trabajo sucio, hay alguien con más poderío para decidir y
elegir entre una charola de pequeños consumistas, quienes tienen la oportunidad
de disfrutar de su servicio.
Después
de buscar la manera de intervenir, primeramente decidimos hacer una encuesta,
con una muestra de 30 personas, 15 hombres y 15 mujeres, para tener una idea de
un aproximado sobre la discriminación que se vive en los antros, específicamente
en “x” que fue el objeto de estudio, y a partir de ahí, con estas 30 personas
encuestadas, tratar de concientizar y dejarles un poco de reflexión acerca de
la discriminación, para esto, realizamos las siguientes preguntas:
Subraya la respuesta que más se
acerque a tu experiencia personal.
Sexo: Masculino Femenino Fecha:
Edad:
1.
¿Asistes Frecuentemente al Antro “La
Santa”?
Sí No
2.
¿Cuántas veces asistes al mes?
Una Entre dos y cuatro cinco o más
3.
¿Qué es lo que más te gusta del antro?
Ambiente Música
Precio Otros:
4.
En promedio, ¿cuánto tiempo estas en
la entrada esperando tu comanda?
No espero nada Entre 5 – 10 min. Entre 10 – 20 min. Más de 20 min.
5.
¿Alguna vez te han negado entrar al
Antro “La Santa?
Sí No
6.
Si tu respuesta fue sí, ¿Por qué?
7.
¿Alguna vez le han negado el paso a
algún/alguna acompañante tuyo?
Sí No
8.
Si tu respuesta fue si, ¿Por qué?
9.
¿Cosederas que tienes que ir “bien vestidx” para tu acceso al Antro “La Santa”?
Sí No
10. ¿Consideras que el Antro “La Santa” ha tenido
acciones discriminatorias a las personas que asisten?
Sí No
11. Si tu respuesta
fue si, responde cuáles.
12. ¿Qué opinas de los lugares que discriminan a
las personas?
En ocasiones la discriminación es buena, es un
filtro de personas
Me da lo mismo, mientras no me afecte
Me causa mucho conflicto, pues todos debemos ser
tratados igual
¡GRACIAS!
Después
de esto, y de hacer el vaciado de resultados, nos dimos cuenta de respuestas
sumamente interesantes, y que de cierta manera son contradictorias para muchas
personas que han vivido directamente o indirectamente la discriminación en el
antro, por su aspecto físico incluyendo tu peso y vestimenta.
Momento
de intervenir:
Al
momento de la intervención, me pude dar cuenta que las personas encuestadas,
nunca se habían puesto a pesar en este punto sobre la discriminación que se
vive en “x” antro, por lo que les causó un gran impacto darse cuenta que, a
nadie nos gusta ser discriminados por nuestra forma de vestir, por nuestro
peso, nuestro color de piel y demás, y los notamos un tanto pensativos al darse
cuenta que en muchas ocasiones, nosotros mismos fomentamos la discriminación
queriendo estar en lugares exclusivos ¿de?, ese es el cuestionamiento, pues to
que, nos posicionamos por encima de ciertas personas, que a mi parecer son
iguales que nosotros, y queremos estar con personas que están a “nuestro nivel”.
¿Absurdo no? pero es la triste realidad en la que nos sumergimos cada vez que
asistimos a lugares asó.
Se dieron
cuenta que para tener acceso a este lugar, tienen que seguir un código de
vestimenta, que hasta en ciertos momentos en un poco incómodo: los tacones que
nos sacan ampollas, la camisa apretada, el maquillaje, el peinado y demás.
Hicieron
comentarios como: “Chale, que culeros”, “no manches no lo había pensado”, “Que
mala onda”, “Discriminan y aquí estamos”, entre otras más.
Al
finalizar nuestra investigación – intervención, nos dimos cuenta de datos muy
curiosos, pues encuestamos a 30 personas (15 hombres y 15 mujeres), la mayoría de
estos, con exactitud 17, nos comentan que lo que más les gusta de este antro es
el ambiente, por lo que de entrada pagamos por un “buen ambiente”. De los 30,
solo a 4 personas les negaron la entrada al antro, donde la causa principal fue
la vestimenta, y aun así siguen asistiendo. 8/30 personas vivieron
discriminación indirecta al no dejar entrar a algunos de sus acompañantes, las
principales razones: por gorditx, por mal vestido, por moreno y por fea. 28/30
saben que tienen que ir bien vestidos para su acceso al antro, pero, ¿qué es
bien vestido? Sabemos perfectamente que no es lo mismo para todos. En cuanto a
la opinión sobre qué opinaban sobre la discriminación, recibimos respuestas
discriminatorias, afortunadamente no por la mayoría; 3 personas dijeron que les
daba lo mismo, mientras no les afectara a ellos; de 30 encuestados, 7 personas
piensas que la discriminación es buena porque es un filtro de personas, y 14
personas están en contra de la discriminación y les causa conflicto.
Después
del vaciado de datos, me di cuenta que la apariencia física, como el peso, la
vestimenta, el color de piel, y el círculo social te cierran o abren cierto
tipo de puertas.
Por un
lado, sabemos que no vamos a hace que las personas dejen de salir para no ser
discriminados, pero ésta acaba cuando uno alza la voz.
Anexo - Experiencias
personales comentadas:
Sujeto 1:
“En una ocasión, no me quisieron dejar entrar, porque traía una cadena de oro
un poco grande, me dijeron que si no me la quitaba no me dejaban entrar, me negué
y me negaron el paso”.
Sujeto 2:
“Una vez, a una amiga no la dejaron entrar súper feo. Nos señalaron, a ti sí, a
ti también. tú también, y ella no. - ¿razón? Porque estaba gordita.
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Bibliografía
RODRÍGUEZ, J. (2005) Definición y
concepto de la no discriminación. El cotidiano, vol. 21. Universidad Autónoma
Metropolitana, pp. 23 – 29
FERNÁNDEZ CHRISTLIEB,
Pablo (1991). El espíritu de la calle. Psicología política de la cultura
cotidiana. Barcelona/Querétaro:
Anthropos/UAQ, 2004. [Biblio: 320.019 FER
Muy interesante trabajo Majo. Las acciones para politizar tienen efectividad cuando comenzamos por los espacios de nuestra vida cotidiana.
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